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jueves, 22 de agosto de 2013

Cómo viajar en barco si eres un perro



Ante la insufrible cantidad de problemas que me ponían en algunas compañías aéreas para poder viajar en avión… he cambiado de táctica.
Os cuento. Parece que en muchos aviones, sólo puedes volar “arriba” si eres un puñadito de pelo con patas o si te pones a dieta de risquetos y agua. Servidora está en los límites, pero a mi cuerpo serrano hay que sumarle la jaula… me mandan al calabozo y no parecía buen plan.
Ella, mi humana, que es lista, ha descubierto una solución temporal y esa es: el barco. Digo temporal porque tarde o temprano tendremos que cruzar el charco ese de agua salada que no se puede beber y tendremos todos que doblegarnos a lo que la suerte decida. Pero de momento, he viajado en barco. Concretamente en Grimaldi Lines.
Esto es sencillo porque la verdad es que problemas para subir al barco te ponen cero. Yo, por si acaso llevaba mi perroporte, mis vacunas, mi billete y todos mis papeles en orden y al día. Pero nadie me pidió absolutamente nada.Así que, podría decirse que no hay realmente ningún requisito para que un perro viaje en barco, al menos con esta compañía.
Luego, sí que es verdad que dentro… hay una “Dog Village” donde hay unas casetas de metal  en la cubierta superior. Inhumanas es decir poco, porque si llueve te mojas, si hace sol te tuestas y si hace viento no quiero ni imaginarme en lo que puedes acabar pensando. Pero como los marineros de este barco también tienen peluditos en sus familias, al final hacen la vista gorda y no les importa que vayas un poco a tu aire. Seas del tamaño que seas, que aquí no son racistas. Lo cierto es que mientras no te metas en un camarote y te acuestes en la cama o mientras no entres en el comedor… nadie te dice ni lo más mínimo.
Bueno, la única pega es cuando viajas en una ruta que va o que vuelve de un país árabe, porque esos humanos tienen ancestrales problemas con los animales, con casi todo en realidad porque creo que con cierto tipo de humanos también tienen problemas. Los árabes que se cruzan con peludos huyen entre aspavientos y maldiciones, pero en tanto que son ellos los que se van, a nosotros nos da soberanamente igual  y podemos continuar disfrutando de nuestra travesía.
Lo mejor de todo es la cubierta. Cualquiera de ellas. El sol, que se siente diferente sobre el pelo, el viento que es increíblemente agradable y el olor, porque huele a agua salada… a lo que los humanos llaman “mar”. Eso y el vaivén del suelo, que es muy divertido. Me ha gustado mucho viajar en barco y ser tratada como una más.

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