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domingo, 29 de julio de 2012

Vacaciones de verano con perro


Normalmente, cuando llega el verano, la mayoría de mis amigos se echan a temblar pensando que sus familias harán las maletas y se irán a pasar unos días de vacaciones lejos de ellos.
Cuando llega el verano, yo sólo tengo que preocuparme de mi rapado de pelo. Porque en casa, sacan la cortadora y me quitan el abrigo. El look de verano no es tan bonito, pero por lo menos no  paso nada de calor.
Mi familia suele tener mucho cuidado con eso. Que no pase calor, por eso no sólo me rapan casi al cero, al más puro estilo “internado militar”, sino que cuando vamos en coche, me abren las ventanas para que me llegué aire fresco y lo mejor es que durante el verano nunca me dejan esperando dentro del coche. Ni siquiera a la sombra. En invierno es otra cosa, en invierno, a veces me dejan en el asiento de atrás con mi mantita, pero creo que no es mucho rato.
Además, cuando vamos a la calle y se prevé que estaremos fuera de casa más de dos horas, ella siempre lleva una botella con agua para mí. Una botella roja, que ya sé que es la mía.
Y es precisamente en verano cuando más excursiones hacemos al campo. Porque si bien es verdad, que en Europa puedo ir donde me dé la gana y entrar donde quiera sin mayor problema, en España sólo puedo ir a la montaña o al río. En la playa sigo teniendo prohibido poner las patas por muy limpias que las lleve y aunque ella siempre lleve un cargamento de bolsitas por si tengo una emergencia. Y no es que me importe mucho, porque en la playa hace muchísimo calor, el agua está salada y a partir del mediodía está todo mucho más sucio que el cajón del gato de mis vecinos. Dan asco. No voy a llorar por no poder entrar. Pero me gusta ir al campo. Correr entre las flores, saltar de aquí para allá sin tener que llevar la dichosa cuerda que tanto me coarta.
Soy consciente de que por la calle no puedo ir a mi aire, fundamentalmente por seguridad. Por la mía, claro. Pero en el campo, puedo sentirme todo lo libre que quiero y estos meses me han llevado a algunos sitios bastante divertidos. Personalmente prefiero la montaña, pero si hay un lago o incluso un río tampoco me parece mal, porque un chapuzón de vez en cuando se agradece y, con un poco de suerte, hay más peludos por ahí y hago amigos.
Cuando llegan las vacaciones de verano, mi familia busca siempre sitios a los que podamos ir todos juntos, porque vacaciones son vacaciones, pero para todos. Descartamos alojamientos racistas y ciudades problemáticas. Creo que elegimos el destino en función de eso. Hoteles, restaurantes, parques y playas en los que todos tengamos un sitio. El resto de los destinos… no tienen ningún interés. ¿Qué puedo recomendaros? Ciudades del interior de España, como Ávila o Segovia, CentroEuropa descaradamente, algunas zonas de Francia, aunque no París, en fin, os hacéis una idea, ¿verdad? Estas vacaciones seguro que me dan una sorpresa.

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