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jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Pueden los perros viajar en metro?


Depende de la ciudad. Hay ciudades donde los perros parecen seres apestados, sin ningún derecho y sin más posibilidad para desplazarse que la de sus cuatro patas en movimiento. Es el tristísimo caso de Madrid. También hay ciudades como París, donde nos permiten el acceso, aunque por algún extraño motivo, que no se me ocurre, no podemos pisar el suelo... entonces, sólo queda la alternativa de que nos lleven en el transportín o incluso en una mochila, al más puro estilo "Papá canguro". Y de esto doy fe. Yo he viajado dentro de una mochila ante la pasiva mirada de un montón de viajeros, que parecían estar acostumbrados a ver cosas así.
Luego hay otros países donde les da igual lo que hagan sus perros, siempre y cuando, respeten y se comporten como el resto de los ciudadanos de primera. Ciudades como Viena, son un paraíso para las bolas de pelo con patas. Hoy mismo he viajado en metro unas cuatro veces seguidas. Ellos, me llevan con cadena. Atada, supongo que para que no me pierda, porque la gente se mueve a tal velocidad y en una masa tan compacta que a veces no me da tiempo a registrar el olor del rastro que tengo que seguir. Es como ir de rebajas. Para mi suerte, viajan los dos conmigo. Cada uno se coloca a uno de mis lados y me flanquean el paso como si de jugadores de Rugby se tratara. Así no puedo tener miedo. Pero es que las riadas de humanos son gigantes.
Como decía, yo voy con mi cuerda. Pero he podido ver compañeros que viajan con bozal y la cola entre las patas. No me he enterado bien de si es un requisito o es que a mis colegas, antes la marea humana, se les va la pinza hasta el punto de emprenderla a mordiscos con el personal. Que tampoco me parecería raro. Yo no llevo bozal. Y tampoco lo necesito. Yo no muerdo a nadie sin saber si está vacunado, que he oído hablar de cada enfermedad...
La gran diferencia es que en el metro de Viena, yo pago la mitad del billete de un adulto, es decir, como si fuese un niño. En París no pagaba nada, claro que tampoco pisaba el suelo. A ver si en Madrid, en Barcelona… en tantas otras ciudades, dejan de tener tanto miedo y dan el paso de una vez, que nosotros también queremos viajar en metro.

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