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miércoles, 20 de julio de 2011

París a cuatro patas


He conocido París. Perrís para los caninos. Y he ido en tren. 12 horas en un tren con camas. El Elipsos. Un lujo porque yo no soy de aviones y en mi cabina he podido viajar como una princesa. Sí, con la jaula de los agujeros que llaman trasportín y que odio, pero he ido a París con ellos y no me he quedado en casa. Además, en el tren fui la sensación a la ida y a la vuelta. Todo el mundo le hace caso al perro y hasta me han dado de comer huesos de chuletas de cordero. Eso ya es para darles buena nota. Definitivamente, si tienes cuatro patas, es la mejor manera de ir a París desde Madrid.
Dicen, o mejor dicho, dijo un señor, que París bien vale una misa. De eso no puedo hablar porque no me han dejado entrar en ninguna iglesia. Y yo también soy de Dios. Ni iglesias, ni museos. Lo esperaba. Lo que no esperaba es que tampoco me dejaran entrar en los parques. Y eso que yo viajo con una bolsa llena de bolsitas verdes ecológicas y estupendas, para “jugar limpio con mi ciudad” y con las otras ciudades que visito. Una bolsa que está prendida de mi correa. Porque sí, muchas veces me tengo que poner la correa como los hombres las corbatas, para hacer acto de presencia y quedar bien.
Pues ni con mis bolsas verdes ni juntando las patitas como si fuera a rezar. Nada de nada.
Sin embargo, para más sorpresa todavía, en los hoteles, restaurantes y bares de París, me han abierto las puertas, me han dado de beber y a veces de comer con una sonrisa.
Como decía Obélix… “están locos estos lutecianos”, pero locos en el mejor de los sentidos. Porque toda la gente que me ha visto en la calle me ha recibido con simpatía, con buen humor y con palabras, que aunque yo no entendía en absoluto, parecían significar cosas bonitas.
Por primera vez en mi vida, he subido al metro. El metro de París… qué caché. Lo curioso ha sido la forma. Me han metido en una mochila, de las del cole, con la cabecita fuera y me han llevado a cuestas como si fuera un bebé. De nuevo la gente sorprendida, me animaba y me alababa la paciencia, porque para ser un perro, a veces hay que tener una paciencia de santo.
Quiero hablaros de un par de sitios que me parecieron preciosos y en los que, por alguna casualidad, sí que me dejaron entrar sin problema. Con la cuerda, pero sin problema.
Los Campos de Marte. Allí reinaba la tranquilidad más absoluta y cada uno iba absolutamente a lo suyo. Un paseo bucólico, con sus bancos bajo la sombra de un árbol y un montón de palomas que perseguir. Es un parque precioso y me pareció muy divertido el contraste entre la calma y el hecho de que, unos metros más lejos, bajo la gran torre, la Eiffel, no cabía más gente, no se podía hacer más ruido y no creo que hubiese nada que no se vendiese. Un contraste en toda regla. Me encantó el tiovivo que hay al otro lado, junto al río. Con energía limpia. Qué vete tú a saber qué es eso. Pero la gente no dejaba de dar pedales en unas bicicletas estáticas que hacían, por lo visto, que el carrusel diese vueltas y vueltas. Así fue como vi que la torre se ilumina de una forma muy particular, cuando llega la noche. Parece polvo de hadas.
Y el otro lugar, fue el parque de la Villette. Algo entre futurista y surrealista. Allí no tuve problema en ir a mis anchas. Además es un recinto inmenso en el que parece que andas en un sueño. Esa gran esfera de espejo… en fin, hay que verlo.

2 comentarios:

  1. hola!, yo espero ir el próximo año, mis dueños hacen 20 años de casados y en la primera década fueron de aniversario a Paris y mi mami dijo que cada 10 años volverían, lo bueno es que en esta década yo iré también, yuju!... gracias por compartir tus viajes con nosotros, a mí en unnittedogs. me conocen como el perrito viajero... llegué a casa hace 8 años y desde entornces no he parado de viajar, por España, Francia, Italia, Portugal, Bélgica, y con un poco de suerte el año que viene Alemania y Austria.... estaremos en contacto. TRUCO

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  2. Hola Truco! Te lo vas a pasar de lujo. En Alemania y en Austria te lo vas a pasar de lujo, porque nos dejan entrar en todas partes. Pero toma nota de que no sólo tienes que ir con la cuerda, que también hay que llevar bozal... porque tontos hay en todas partes. Y no sé de qué tamaño eres, pero sieres canijo, como yo, el bozal lo puedes llevar colgando de la cuerda y no hace falta que te lo pongas todo el rato. Pero en general nos tratan fenomenal. Te va a gustar. Ah! y pagas medio billete.

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