En lo alto del castillo. ¡Vaya vistas! |
Por todos es sabido que Centroeuropa es un mundo preparado
para recibir a los peludos como ciudadanos de primer orden. Ciudadanos que
pagan impuestos anuales y que como tal, tienen derecho y obligaciones. Pero de
todas las ciudades que he conocido en los últimos meses de mi perra vida, tengo
que destacar un delicioso pueblecito en Eslovenia: Bled.
Yo también pude mirar |
¿Qué requisitos te piden para entrar en el país? Ninguno.
¿Qué problemas te vas a encontrar? Cero. Si de hecho, en los bares y
restaurantes, cuando llega el camarero a pedir la comanda, primero me traen a
mí me plato de agua y luego les preguntan a los humanos qué van a querer. No me
gusta decir esto, pero… “todavía hay clases” jeje. En algunos sitios incluso
hay hamacas o cestas para que estemos tumbaditos y cómodos mientras la familia
echa la tarde con su café.
Navegando... |
En Bled tenemos la veda abierta en todas partes. Subimos al
castillo y qué vistas desde allí… todo el lago a mis patas. Después navegamos
por el lago e incluso fuimos a la isla, que si es bonita desde lejos, poder
recorrerla a pata, ya no os digo nada. Y yo no era la única peluda que andaba
paseando por allí… conviviendo con patos, cisnes, pájaros… la verdad es que es
toda una experiencia. La experiencia de ir en barco por el agua, me pareció
extraordinaria, qué festival de olores, qué lugar más mágico.
Un día por la tarde me pegué un bañito con mis humanos en el
mismo lago. Había una cisne con sus pollitos por allí y me regañó un poco, pero
el lago es público y al final la que se fue, fue ella. Que yo sólo estaba
nadando sin molestar a nadie. El resto… todo
maravilloso. Sí, este era mi barco y yo la princesa |
También subimos a los montes de los alrededores. Qué vistas
y qué divertido todo. Ni correa, ni bozal, ni nadie histérico a mi alrededor
pensando que un perro de un palmo de alto se lo va a comer crudo.
La verdad es que yo siempre tengo suerte, pero lo del hotel
ya fue de aplauso. Estuvimos en el Hotel Astoria-Bled. De hecho me dijeron nada
más entrar que a partir de las 22:00h no podía ladrar… que me dio hasta risa.
Yo no ladro nunca, a no ser que sea estrictamente necesario… Pero todo el día,
pendientes de mí y de que no me faltase nada. Encantadores.
En algunos museos me dejaron intrar... |
Otra cosa que me encantó fue la gastronomía. Carne. Caza.
Unos guisos de algo parecido al Gulash que me encantaron. La verdad es que
siempre que ellos piden un guiso se ese tipo y estamos de viaje, al menos me
dejan probarlo, porque luego tienen esa teoría de que si no como mi propia
comida, me pondré enferma del estómago… el caso es que pareció muy sencillo
comprar comida canina en los supermercados e incluso en las gasolineras. Y debo
decir, que está buena.
En fin, no os lo vendo más, será mejor que vayáis a
comprobarlo. La guía, que además hablaba español perfectamente, estuvo
pendiente de mí absolutamente todo el día. Todo el tiempo siendo el centro de
atención es algo que gusta, para qué os lo voy a negar. Y por lo que oí… creo
que de precio las cosas andas muy, pero que muy bien. Para estos momentos de
crisis y con un perrete en la familia, creo que Bled puede ser un destino
perfecto.