Aquí estamos otra vez, esta vez he viajado a
Brno. Es una ciudad al sur de Chequia. ¿Qué os imagináis? Pues me encantado.
Tengo que deciros que ha habido algunas cosas que me han sorprendido mucho y
para bien, por ejemplo… cuando mi humana entra en una tienda o un local,
siempre pregunta si me dejan pasar o si me tengo que quedar fuera. En Brno la
gente nos ha mirado con sorpresa e incredulidad… como si les pareciese raro que
en algún lugar del mundo los perreces no pudiésemos entrar en esos sitios.
Vamos que lo daban por hecho: ¡Claro! ¡Naturalmente! Contestaban todo el tiempo
con cara de interrogación. Qué suerte deben de tener los peludos que viven en
esa ciudad.
Os contaré. La comida me apreció espectacular.
Por supuesto, ya os he dicho que en todas partes te tratan como a un cliente
humano y el platito de agua no falta nunca. Pero es que además la comida está
especialmente buena. Bueno, supongo que si eres de los que comen como los
conejos, lechuguita y zanahorias igual pasas hambre, pero si te gusta la carne
y los guisos fuertes… esta gente tiene una mano colosal. Lo que yo probé me
gustó mucho, pero lo que olí…. Eso no puedo ni describirlo. Además tuve la
suerte de llegar a la plaza principal de la ciudad cuando había algo como una
feria de gastronomía con casetas con deliciosas y gigantescas sartenes, llenas de
manjares. Eso sí, el ingrediente común en todos los guisos es la grasa, menos
mal que yo la operación perrikini la empiezo en mayo… Riquísimo.
En cuanto a la ciudad, ¿Qué puedo deciros? Es
pequeña. Es más bien un pueblecito, al menos el centro porque desde la
catedral, que está arriba del todo, en lo más alto de la urbe, se pueden ver
suburbios y barrios nuevos de esos con 14.000 horribles casas todas iguales, de
esas urbanizaciones de pareados que los humanos construyen sin conocimiento en
cualquier sitio y que están lejos de la ciudad, mal comunicados y encima de ser
feos hacen feo el paisaje… y que deben de ser baratos porque a los humanos les
chiflan… pues sí, en Brno también había. Pero si no miras hacia esa zona, el
resto de la ciudad es pequeña. El casco histórico es muy bonito, aunque me
sorprendió que junto preciosos edificios modernistas e incluso oros más
antiguos, medievales, están construyendo edificios contemporáneos… de esos
supermodernísimos que son muy bonitos, pero que hay que saber dónde colocarlos.
El resultado es como poner un tanque dentro de una catedral…. Horrible. Parece
que están todavía descubriendo el “futuro”.
Bueno, decía que la ciudad es pequeña y se
puede ver fácilmente en un día o en dos como mucho. Hay bastante que ver y pasear
es la mejor manera. Yo desde luego, si el camino no es excesivo lo prefiero.
Además, al tener ese carácter de pueblo grande, en algunas zonas pude ir sin
correa y nadie me dijo nada. Por cierto, sé que lo preguntaréis. Si vais a ir
volando, seguramente os pidan el perroporte… pero si vais por carretera o tren…
no te piden nada de nada. Vamos que yo me enteré de que habíamos cambiado de
país cuando llegué y olí a los peludos de allí. Es una excursión cortita, una
escapada perfecta y me parece que muy barata. Aunque tened en cuenta que esa
gente usa una moneda que no es el euro a pesar de formar parte de la UE. Son
coronas checas. Pero ya os digo que muy barato, lo que significa que pude comer
mucho, mucho. Me gustó y os lo recomiendo para que llevéis a vuestros humanos
de viaje. Porque además los humanos de allí son la mar de simpáticos.