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lunes, 13 de febrero de 2017

Brno, una escapada para viajar con perro



Aquí estamos otra vez, esta vez he viajado a Brno. Es una ciudad al sur de Chequia. ¿Qué os imagináis? Pues me encantado. Tengo que deciros que ha habido algunas cosas que me han sorprendido mucho y para bien, por ejemplo… cuando mi humana entra en una tienda o un local, siempre pregunta si me dejan pasar o si me tengo que quedar fuera. En Brno la gente nos ha mirado con sorpresa e incredulidad… como si les pareciese raro que en algún lugar del mundo los perreces no pudiésemos entrar en esos sitios. Vamos que lo daban por hecho: ¡Claro! ¡Naturalmente! Contestaban todo el tiempo con cara de interrogación. Qué suerte deben de tener los peludos que viven en esa ciudad. 

Os contaré. La comida me apreció espectacular. Por supuesto, ya os he dicho que en todas partes te tratan como a un cliente humano y el platito de agua no falta nunca. Pero es que además la comida está especialmente buena. Bueno, supongo que si eres de los que comen como los conejos, lechuguita y zanahorias igual pasas hambre, pero si te gusta la carne y los guisos fuertes… esta gente tiene una mano colosal. Lo que yo probé me gustó mucho, pero lo que olí…. Eso no puedo ni describirlo. Además tuve la suerte de llegar a la plaza principal de la ciudad cuando había algo como una feria de gastronomía con casetas con deliciosas y gigantescas sartenes, llenas de manjares. Eso sí, el ingrediente común en todos los guisos es la grasa, menos mal que yo la operación perrikini la empiezo en mayo… Riquísimo.

En cuanto a la ciudad, ¿Qué puedo deciros? Es pequeña. Es más bien un pueblecito, al menos el centro porque desde la catedral, que está arriba del todo, en lo más alto de la urbe, se pueden ver suburbios y barrios nuevos de esos con 14.000 horribles casas todas iguales, de esas urbanizaciones de pareados que los humanos construyen sin conocimiento en cualquier sitio y que están lejos de la ciudad, mal comunicados y encima de ser feos hacen feo el paisaje… y que deben de ser baratos porque a los humanos les chiflan… pues sí, en Brno también había. Pero si no miras hacia esa zona, el resto de la ciudad es pequeña. El casco histórico es muy bonito, aunque me sorprendió que junto preciosos edificios modernistas e incluso oros más antiguos, medievales, están construyendo edificios contemporáneos… de esos supermodernísimos que son muy bonitos, pero que hay que saber dónde colocarlos. El resultado es como poner un tanque dentro de una catedral…. Horrible. Parece que están todavía descubriendo el “futuro”. 
 
Bueno, decía que la ciudad es pequeña y se puede ver fácilmente en un día o en dos como mucho. Hay bastante que ver y pasear es la mejor manera. Yo desde luego, si el camino no es excesivo lo prefiero. Además, al tener ese carácter de pueblo grande, en algunas zonas pude ir sin correa y nadie me dijo nada. Por cierto, sé que lo preguntaréis. Si vais a ir volando, seguramente os pidan el perroporte… pero si vais por carretera o tren… no te piden nada de nada. Vamos que yo me enteré de que habíamos cambiado de país cuando llegué y olí a los peludos de allí. Es una excursión cortita, una escapada perfecta y me parece que muy barata. Aunque tened en cuenta que esa gente usa una moneda que no es el euro a pesar de formar parte de la UE. Son coronas checas. Pero ya os digo que muy barato, lo que significa que pude comer mucho, mucho. Me gustó y os lo recomiendo para que llevéis a vuestros humanos de viaje. Porque además los humanos de allí son la mar de simpáticos.